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Cosas

Con este título –“COSAS”- voy a recoger aquí unas cuantas para que no sufran extravío, aun cuando ello (el sufrirlo) suponga bien poco ante la cantidad de intereses que el mundo ventila y las matanzas que desencadena....
Inglaterra, Francia, Alemania, Noruega, Bélgica, Holanda.... en el escenario de la contienda –amplio escenario de tierra, mar y aire– y propensas a entrar en él, atentas al aviso del “traspunte”, otras varias. ¡Triste derrotero el de la Humanidad!
En fin, vengamos al cocito de las pequeñas cosas tan apacibles en sí. ¡Ay, si en el mundo no hubiera habido nunca asuntos trascendentales! ¡Otro gallo nos cantara!

OPINIÓN

Un tal Rebollo, incluso como yo, andaluz, me
dio a leer una obrita escénica suya, y le pagué el
buen rato que me hizo pasar con lo siguiente:

¡Está bien, señor Rebollo!
Supo llevar a la escena
una obra de gracia llena,
sin tropezar en escollo.

El gran cuento de Nogales
“Las tres cosas del tío Juan”
verdadero talismán....
rico como los trigales.

Una literaria pieza,
magna, soberbia, excelente,
admiración de la gente,
que ve en ella la nobleza
y valores de la “Raza”
pintados de mano maestra,
con la factura se enlaza.

Para usted, para Nogales,
mi profunda admiración
por esa gran producción,
¡rica como los trigales!

CAPRICHO

Veo en “INFORMACIONES”, el diario,
una graciosa ilustración viviente,
que ofrece, a quien la observa, un cuestionario
cautivador, ameno y atrayente.

Cincuenta señoritas, bellas todas,
llevan sendos niñitos o niñitas;
han prescindido de severas modas,
y uniformadas van las señoritas.

¡Qué caras los “retoños”, qué expresiones!
“¿Dónde, dónde nos llevan, recanario?
Parece que vocean las “legiones”
de niños y de niñas del diario.

Y nada más sencillo, ¡a bautizarlos!,
poniéndoles por nombres Recaredo,
Luisa, Manuel, Sofía, Juana, Carlos,
Timoteo, Miguel, José, Alfredo...

El nombre es lo de menos; lo importante
es, de la Iglesia, traerlos al concierto,
que vivan a su amparo en adelante,
constituyendo ello un gran acierto.

Y aquí entra el cuestionario o la cuestión,
que a exponer me decido, liso y llano,
concretada en sencilla petición:
como en niño se torna todo anciano,

y yo lo soy, que “esa”, “aquella” y la otra señorita
más hermosa, dejen de sus regazos
los tres niños, y que reparen mi cuita,
tomando, a un envidioso, entre sus brazos.

GRITOS DEL ALMA

¡Atrás!, ¡atrás!, no incites a la guerra,
plaga de incendios, luchas y rencores,
devastación macabra que soterra
del progreso los claros resplandores.

De Pandora la caja en que se encierra
el mal quintaesenciado en sus horrores;
tenaz perseverancia que se aferra
con odioso tesón, falto de amores.

¡La guerra!...crímenes, violaciones,
sepultura de pueblos y naciones,
de vidas, a millones, y de haciendas,
consumidas en lides o contiendas...

Eso, gran Marinetti, eso que aterra,
y que tú preconizas, el “la guerra”.

¡A BUENA HORA!

Él era un jovenzuelo que apuntaba
el ímpetu, callado, del deseo;
era ella una mujer que atesoraba
la clásica belleza en su apogeo.

A hurtadillas, el joven le admiraba
sus encantos, en dulce regodeo;
la mujer el muchacho degustaba
en deleitoso, interno paladeo...

Los dos se deseaban, está claro,
y “el qué dirán” contuvo sus ardores,
proceder que en el mundo es nada raro.

Mustios y relegados gladiadores,
piensan hoy, con dolor, clarividentes,
en sus dudas y miedo impertinentes.

A DON DEMETRIO BLANCO CASTEJÓN, MI COMPAÑERO

Uno cincuenta metros de estatura,
ha dicho don Ricardo que usted tiene,
y aunque lo dijo a un fin que le conviene,
no fue en tonos de mofa ni censura.

Lo fue por ensalzar vuestra figura,
sin vano ditirambo que os llene
del vil endiosamiento que retiene
quien la virtud no alberga en su alma pura.

Pero quiero añadir, dilecto amigo,
-y a usted y a don Ricardo se lo digo-,
algo que de pequeño oí a mi abuelo:

“Los hombres no se miden desde el suelo;
¡se miden por la anchura de su frente
y la noble expresión del continente!”

Anécdota:

(Esta anécdota nos ha sido narrada por don Virginio Sánchez, compañero de prisión de don José Conde; y en la actualidad, abogado en Almansa.
Ocurrió en una exposición de dibujos hechos por los propios presos (se habían celebrado otras dos con anterioridad). Durante el acto de celebración había intervenido don Demetrio Blanco Castejón, un maestro de Caudete muy inteligente y cristiano –como don José-, amigo suyo, bajito y excelente persona. Humorísticamente, dijo que echaba de menos los dibujos de mujeres. Ello motivó la tercera exposición –a la que se refieren estos versos- íntegramente dedicada a desnudos. Don José Conde hizo una bonita composición de la que recuerdo –aclara don Virginio- solamente que empezaba así:

Uno cincuenta metros de estatura
de Don Demetrio exacta es la medida,
Y en ese corto espacio está escondido
un alma grande llena de ternura...

Después, en una segunda parte, cambiaba de metro; y en octasílabos decía, entre otras cosas, lo siguiente:

...Y claro, el buen Castejón,
acrecentando sus bríos,
dijo: -Que no hay más “tíos”
en ninguna exposición.

Vengan sólo chicas, vengan,
pero que vengan desnudas.
¡Así no quedarán dudas
de lo que las chicas tengan!

PARANDO GOLPES

Don Ricardo Romance y mi colega
el pedagogo don Demetrio Blanco,
aceptando mi reto, cual “El Manco”
famoso, se disponen a la brega.

Con pluma y pensamiento, a ver quién llega
-dicen- a superar a ese que “el banco
de la paciencia” ocupa, o que en barranco
vive, pues “su celda”, que no riega

caudal la inspiración, quiebra es profunda
que hará que, el retador, vencido, se hunda.
Más, ¡vive Dios!, que entrambos se equivocan,

pues, cuando el medio falta a nuestros fines,
cerebro y corazón, en temple afines,
como dos bravos potros, se desbocan.

1 DE SEPTIEMBRE DE 1939,
6 DE LA MADRUGADA

¡Ya ha estallado la guerra! ¡Qué desgracia!...
Consígnese en los fastos de la historia.
Nigro notanda lapillo in memoria.
¡A ver quién vence a quién, con más audacia!

¿Ha de triunfar, al fin, la “democracia”,
o el “fascio” alcanzará la gran victoria?
Cosa es ello, por ver, tan dilatoria,
que más distante está, que lo está Tracia.

La hecatombe, entre tanto, procelosa,
rebosará los daños y maldades;
será espanto de siglos y de edades;

marcando su efeméride oprobiosa.
Más...¡se salvó el honor de algunos pocos,
triunfando, contra todos, unos LOCOS!

!NEUTRALIDAD!

Desde el Rhin al Mosela, se guerrea;
la línea “Maginot” y la “Sigfrido”
dejan oír el trágico estampido
de cañones que animan la pelea.

Cuando el final de la contienda sea,
extenso territorio destruido
dirá que luchador enardecido
destrozó del contrario la ralea.

Bien pudiera que Francia y Alemania,
que Inglaterra, Polonia y hasta Italia,
concertada una paz –como en Westfalia-,

comprendan, tardíamente, su vesania.
¡Que España, aún sangrante y dolorida,
permanezca neutral en la partida!

¡....................................................!

¡Cuatro lustros! ¡Veinte años de prisión!...
¡Gran pena con que apenan mi inocencia!
Pero, ¿domina el mundo la demencia
o es, tal fallo, escarnio e irrisión?

¿Se perdió totalmente la razón?
¿Nadie hay, nadie, que abogue con solvencia
e interprete un estado de conciencia
dominante en la pública opinión?

Los vecinos y amigos, esa gente
que más de veinte años me trataron;
los adultos y niños que enseñara,
¿no hay, en fin, quien se preste diligente
a declarar calumnia deprimente
el infame baldón que me manchara?

Venga, entonces, la muerte compasiva,
y que venga tonante o sigilada,
que no quiero vivir vida que viva
con tacha honradez acrisolada.

CUENTO
- I –

Desde el cuartel a cierta oficina
-provisto de armamento y correaje-
acatando severa disciplina,
un soldado andaluz llevó un mensaje.
Iba en pliego cerrado; era urgente:
y diole en una calle al militar
una ansia inaguantable, impertinente,
de hacer “¡alto!” en la marcha y defecar.
Colóse en un portal, cerró la puerta
dejó a un lado fusil e impedimenta
y, alzando a sus deseos la compuerta;
se explayó en el portal más de la cuenta.
Estando en ello el infeliz soldado,
le sorprendió el dueño de la casa
y, cogiendo el fusil, hace al cuitado
que pruebe la ración que echó sin tasa.
Pero, vestido ya, fiero y aleve,
al hacerse de nuevo con el arma,
oblígale al casero a que la pruebe
la ración, sin chistar y sin alarma...

- II -

Formación cuartelera al otro día.
Un señor que examina los semblantes
que mira con gran calma y osadía
e intranquiliza a todos los tunantes.
Por fin indica el oficial a uno
que muda la color cuando lo advierte:
-¡Cuatro pasos al frente, ese tuno!
-¡Que me trague la tierra!; ¡mala “zuerte”!
-murmura el andaluz del sucedido-,
-¡A ver, tú, “majareta”, si recuerdas
a este señor, o te es desconocido;
y si mientes, te juro que te acuerdas
de mí toda la vida! Conque, ¡listo!
Reflexiona el soldado, el mutismo,
al fin, rompe y dice: -Sí lo he visto....,
¡porque comimos juntos ayer mismo!

ESTA MAÑANA

(Poesía ofrendada a la memoria de mi santa madre, que me enseño a creer y me enseñó a orar)

Me he puesto el deber, Dios mío,   
de escribir en vuestro honor;
y, aunque Os tengo gran amor,
de mi habilidad no fío.

¡Si aquella magna Doctora
llamada Santa Teresa
me asistiera en tal empresa
con su pluma arrobadora!...

¡Si el Gran Gabriel y Galán,
sublime vate cristiano,
me infundiera, soberano,
su inspiración de titán!...

¡O si fray Luis de León
antor de vuestra grandeza,
me acogiera, con presteza,
en aquesta situación!..

Pero, de sus dotes falto,
poco puedo, en honor vuestro
decir, porque no soy diestro,
y, Señor...¡estáis tan alto!

Mas el charco reposado,
que tiene cieno en el fondo,
¡no refleja, en lo más hondo,
cuanto Vos habéis creado?

Y, ¿qué nos ha convocado?
Honrarte, Dios Poderoso;
gustar ese Pan precioso
que redime del pecado.

Recibir la Comunión
y, ante Vos prosternados,
decir “¡perdón!”, los penados,
y alcanzar la salvación.

Mas yo, Señor, me he excedido
pues, en mi reconcentrado,
fervoroso Os he rezado
y, ambicioso, Os he pedido.

Aunque, al decirlo, veréis
que esta ambición no es pecado,
ya que tenéis ordenado:
“pedid, y recibiréis”.

Y he pedido por mi esposa
por mis hijos tan queridos,
por “pajaricos” heridos
que no tienen enramada.

Quiero decir, por mis nietos,
tres niños espabilados
que triscan por todos lados
y no pueden estar quietos.

Pedí por la Cristiandad
y pedí por sus Pastores;
por los que sufren dolores
o sufren adversidad.

Del día, el Sol portentoso;
de la noche, las estrellas;
todas las cosas más bellas,
todo cuanto es más hermoso.

Pues voy a ver yo, Señor,
-obra de barro y de cieno-,
si el amor de que estoy lleno
habla por mí en vuestro honor.

Va el Ministro a celebrar;
dispuesta está el Ara santa;
vuestra efigie se levanta,
en talla, sobre el altar.

La Virtud y Caridad
están bien representadas;
con sus cendales tocadas
hay Vírgenes de Piedad.

Del Director la presencia
y de Jefes de Servicio,
es señal de buen auspicio,
clara hasta la evidencia.

Otras representaciones;
honorables Sacerdotes
y, de tristes galeotes
o presos, grandes legiones.

Pedí por esas naciones,
invasoras e invadidas,
que sacrifican las vidas
por innobles ambiciones.

Por los que en el acto estaban;
por los que estaban ausentes;
en fin, por todas las gentes
que mi piedad provocaban.

Pero la súplica ahincada,
Os la he elevado así:
“Señor...¡por ellos!, ¡por mí!....
¡dirigidnos la mirada!.

“Que vuestra inmensa piedad
se infiltre en los corazones
y de presos, las legiones,
alcancen la libertad.

“A los hogares volvamos,
cunda, franca, la alegría
y que retorne aquel día
que de hermanos nos tratamos.

“Sea la Patria un emporio,
sea una, grande y libre,
sin que nada la ludibre
sin que sea algo irrisorio.

¡Señor!: así he rezado.
Atended la invocación
que, desde su corazón,
Os elevó este cuitado.


(Santander, Abril de 1940)

AMISTAD

Todo no ha de ser en el mundo –ni en la cárcel- negrura y lodo. Dios tiene también, para sus criaturas, la esplendidez del Sol, las galas de la Naturaleza, el trinar de los pájaros, el aroma de las flores, el cariño de los familiares, la efusión entre las almas nobles....

En el “oasis” en la lejanía inhóspita del “desierto”; el manantial fresco y cristalino que aplaca la sed devoradora, asfíctica, extenuante.

Entre esas bellas cosas, se encuentra la AMISTAD, tan bella y relevante que yo la escribo con mayúsculas y la consideraría la primera si no existiera el “amor de madre” al que, en los afectos terrenos, nada, nada, puede anteponerse, siendo buena la madre y buena la amistad.

Esta tiene generosidades y desprendimientos, de los cuales resulta que, a veces, es uno el oferente y, otras, el ofrecido, el regalador y el regalado...; en la cárcel, naturalmente, con aquellas pequeñas-grandes ofertas y regalos que el triste caso permite.

AL SEÑOR OBREGÓN, HOMBRE BUENO

Quiero al señor Obregón,
hombre de extraña grandeza,
expresarle con nobleza,
mi ferviente admiración.

Es el tal un caballero
de reducida estatura,
que raya a muy grande altura
sin tener porte altanero.

¿Que hay dolor?... ¿que hay una cuita?...
pues allí, sin dilación,
llega el señor Obregón
a ver qué se necesita.

Si recibe algún dinero,
y otros carecen de él,
va y, en moneda de papel,
lo reparte placentero.

¿Un paquete o una cesta
pletóricos de comida?...
pues Obregón, enseguida,
con la comida dispuesta.

Y al repartir su vianda,
no profiere ni una queja;
como..., lo que otro deja
y vive, como Dios manda.

Es decir, sin egoísmo,
generoso, acogedor,
amparando con amor
al prójimo, y no a sí mismo.

Si cual este caballero
todos en la vida obráramos,
la propia dicha forjáramos
y la paz del mundo entero.

Pero de distinto modo
al proceder en la tierra,
nos hacemos cruda guerra
y es todo miseria y lodo.

Bien haya, pues, Obregón
que, con su conducta hermosa,
nos ofrece, silenciosa
y correctísima lección.

EN RECIPROCIDAD

(Al dibujante José Martí Martínez) Tengo por maravilla
de arte extremado
el retrato que, al lápiz,
me ha dibujado.
Y tal ofrenda,
quiero, con “seguidillas”,
corresponderla.

De Zeuxis y Parrasio,
griegos y pintores,
imita vuestro lápiz
los esplendores.

Y de Rosales,
sus cuadros asombrosos,
tan magistrales.

De Zurbarán, Murillo
y del gran Goya
también, también imita
sus magnas joyas.
Tan valiosas
como el color y aroma
de bellas rosas.

Que no imite, del Greco
torvas pinturas;
¡parecen esqueletos
con envolturas!
Y no les quito
el valor que ellas tienen
tan infinito.

De don Joaquín Sorolla,
ya es otra cosa;
son obras acabadas,
tristes y hermosas.
Entre las cuales
hay “marinas”, borrascas
y naranjales.

Gracias, amigo Pepe,
por el retrato,
de sublime factura,
aunque barato.
Que haga muchos
más...¡lejos de la cárcel
y sus cuartuchos!

DEBAJO DEL RETRATO DE CUÉLLAR DE LA TORRE

Éste que veis aquí con la cachimba,
y que veréis por ahí con la muleta,
ni es héroe de plaza, con coleta,
ni es archimillonario, sin su bimba.

Es un ferroviario-periodista,
modesto informador y reportero,
que lo mismo critica a un mal torero,
que aplaude, con su pluma, a un artista.

Vaya a usted mi saludo, compañero
en lides de escritor y de amargura;
y que pronto tengamos la ventura
de ver que bien nos mira el mundo entero.

DESDE “LA TABACALERA”

(A don Demetrio Castejón) Existe telepatía,
pues llegó “letrilla”
(verdadera maravilla)
cuando yo os escribía.

Mejor dicho, preguntaba
por aquel dilecto amigo
que –haciendo versos conmigo-
a Calderón superaba.

¡Ay, querido Castejón!
Me veo en aprieto grave,
pues, sin salir de esta “Nave”,
he de hacer un cronicón.

Especie de conferencia...
histórica, está claro,
sobre un tema algo raro
que me agote la paciencia.

Para después emitirla
desde una tribuna donde,
donde vuestro amigo Conde
tiene que reproducirla.

Pero lo raro del caso
es que, de estudiar no hay medio,
y no tengo más remedio
que fiarme en el acaso.

Y también en el recuero,
porque abrigo gran empeño
que no me juzguen un leño,
y sí que piensen: “No es lerdo”.

Así, pues, ¡fuera temor!
Como Felipe Segundo
-mostrándose algo iracundo-,
quiero mostrar mi valor.

Y si él dijo, altanero:
-El tiempo y yo, contra dos-,
repito que “yo, con Dios,
lucho contra el mundo entero”.

Encomendadme, pues, a Él,
que si Él abre su regazo
sospecho que un exitazo
tendrá...quien fijó el cartel.
Amén.

Posdata: ¿Y el querido Cano Mas,
polemista tan ameno,
sigue siéndolo de más
o lo es ahora menos?


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